Voy al grano:
Cuesta valorar lo que no cuesta: Por alguna razón se grabó en nuestro ADN el mensaje: “Lo valioso cuesta”. Razón por la cual nos sería muy difícil creer que se obsequian diamantes, en los cruces de las avenidas. Pero, incluso si consideráramos válido este escenario surrealista, ¿Qué pasaría con el valor de los diamantes? Efectivamente, se devaluarían, perderían su valor hasta llegar a cero, como cuando alguien nos ofrece un volante publicitario el cual recibimos para tirarlo en el contenedor más cercano.
“Lo que viene fácil, se va fácil.”
Compromisos a medias, resultados a medias: Por más: “Cero costo” que sea aquello que ofrezcas, necesitarás de una cuota de esfuerzo y compromiso por parte de quien se beneficia, más aún si pretendes alcanzar un resultado de calidad. Cuestiónate, ¿Tu compromiso con el aprendizaje será el mismo, al estudiar un curso virtual gratuito en comparación a una maestría que te signifique un inversión de 25 mil dólares en el bolsillo? Nadie se deja la piel por algo que no exija desprendimiento.
“La diferencia en los protagonistas de un plato de huevos con jamón es clara, el cerdo está comprometido y la gallina solo involucrada.”
No hay argumentos para exigir: Al no cobrar por tu trabajo, le quitas –a quien se está beneficiando– la oportunidad de exigirte mejores resultados. En consecuencia, ese factor externo que inevitablemente nos empuja a dar el extra, se apaga y con ello nuestra oportunidad de mejoría. ¿Increparías la sazón de alguien que amablemente te invita a su casa a cenar? ¿Difícil no?
“A caballo regalado, no se le mira el diente.”
Mensaje equivocado: Quieras o no, fortalecerás la creencia: “Mi trabajo no vale tanto como para cobrar por él”. Creencia que gana fuerza a consecuencia de los débiles resultados que se obtienen al ofrecer servicios o productos gratuitos, tal cual lo señalo en el punto anterior: compromisos a medias, resultados a medias. Antes de que lo notes, te estarás mordiendo la cola, al resolver: “Los resultados de lo que ofrezco son escasos, entonces, aún no estoy listo para cobrar, en ese caso, cobraré cuando mejore mis resultados”. Difícilmente saldrás de este espiral negativo, si no le pones precio a lo que ofreces.
“La religión de todos los hombres debería ser aprender a creer en sí mismos.”
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Concluyo:
Si alguien te pide que trabajes de forma gratuita significa que no aprecia lo que estás haciendo. Punto. Los únicos que trabajan por amor a la camiseta son los socios fundadores, así que: ¿Tu cliente te está ofreciendo una participación como accionista en el negocio? Probablemente no. No confundas, esto va más allá del dinero. Adquirir un expertise para ofrecer un servicio o desarrollar un producto demanda tiempo, energía y dinero. Si empiezas por ti mismo y sabes apreciar lo que vales, se fortalecerá también tu capacidad de valorar el trabajo de los demás.
¿Qué propongo?
Cobra, aunque sea un Sol, cobra. No le quites la posibilidad a alguien de valorar los recursos que has invertido para ofrecer lo que ofreces, además de contribuir en su toma de consciencia del sacrificio que le significará.
“Nadie consume, disfruta o se esfuerza al máximo, por algo que no le ha costado sangre, sudor y lágrimas.”
Lo hemos escuchado cientos de veces: “Nada en esta vida es gratis”. Con esto cierro. Me arriesgaría a decir que: “Cuanto más pagamos, más seriamente valoramos y nos comprometemos con el servicio o producto que adquirimos”.
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¡Nos vemos pronto!
Autor: Jorge Chozo
Consultor, mentor y speaker.
Founder & CEO of Chozo Marketing.
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