Para responder la pregunta en cuestión, es necesario partir por determinar qué “no es planear”. Planear no es tener un vago deseo de lo que se pretende. Tampoco es planear, cambiar de norte cada vez que nos cuentan acerca de nuevas oportunidades. Tampoco es planear, llenar nuestros muros con pósits de colores para deslumbrar a nuestros visitantes.
Planear tiene más que ver con el trabajar en un propósito, en un ‘por qué’ sólido, que con el hecho de estar meramente ocupados. Son un puñado de creencias, costumbres e incluso desconocimientos –que yo diría– comparten todos aquellos que optan por moverse sin un plan.
- El no rendir cuentas por los resultados obtenidos a terceros de manera formal, ya sea un directorio o un grupo de accionistas.
- La improvisación como herramienta multiusos, al más fiel estilo de una navaja suiza.
- El desconocimiento de los beneficios, dentro de ellos la aceleración del crecimiento, que genera tener claridad de objetivo.
- El gen de soldado por encima que el de general.
- Pero, sobre todo diría que existe una creencia muy arraigada, que los hace confiar en que levantarse temprano y trabajar duro basta para llegar lejos.
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática INEI, alrededor de 150 mil empresas en el Perú cerraron sus puertas en el 2017, número que en definitiva es mayor si se le suman todos aquellos emprendimientos que murieron antes de constituirse formalmente. Está claro que nadie planea fracasar, pero la mayoría de los que fracasan aseguran no haber tenido un plan.
La visión, la fuerza de ejecución, el coraje para sobreponerse a situaciones difíciles, siguen siendo cualidades inherentes en el común de empresarios, no obstante, adolecen de planes concretos que articulen y aterricen sobre un «papel» todas las acciones que demanda un crecimiento sostenido. Es precisamente en épocas de crecimiento o de superación de resultados adversos donde se requieren habilidades estratégicas muy bien afiladas.
Es bien sabido que la solución a un problema difícilmente depende de un solo factor, las soluciones por lo general son el resultado de un conjunto de acciones simultáneas. Aún es reducido el número de MIPYMES que contemplan la planificación, planeación, planeamiento –o como se le quiera llamar–, como herramienta de crecimiento.
Es prácticamente parte de la cultura el ir solucionando las cosas según se presentan, sin comprender que esta forma de operar desgasta y limita por mucho el crecimiento del negocio.
Quizá baste con echarle un ojo a aquellos negocios que después de 20 años siguen cosechando los mismos resultados y compararlos con sus contemporáneos que llegaron a convertirse en multinacionales.
“Quien no tiene un plan, ya empezó a planear su fracaso”.
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¡Nos vemos pronto!
Autor: Jorge Chozo
Consultor, mentor y speaker.
Founder & CEO of Chozo Marketing.
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